Un quindiano entre la lengua española y la poesía rusa
Fuente: cronicadelquindio.com
En Pijao ya no se escuchan las bellas orquestaciones del tango, sino la vocecita quejumbrosa del cantante de los traquetos, dice Rubén D. Flórez sobre su pueblo.
La Crónica del Quindío destaca hoy, a propósito del día del Idioma, al semiólogo quindiano Rubén Darío Flórez Arcila, nacido hace 50 años en Pijao, Quindío, por su portentosa obra sobre la poesía y la cultura Rusa, destacada por la propia presidencia de ese país. Flórez, profesor de la universidad Nacional de Colombia de la cátedra Semiología y Cultura se sentó a manteles en el Kremlin con el presidente de Rusia, el jurista Dmitry Medvedev, luego de recibir, a finales del año pasado, la Orden Druzhaba de la Amistad, la más alta distinción que otorga la presidencia de la Federación de Rusia, como una reconocimiento por “una contribución excepcional al desarrollo de las relaciones entre Rusia y Colombia. La Crónica del Quindío habló largamente con el escritor, sobre el premio, su vida y su obra.
¿Qué es la orden Druzhba?
La Orden Druzhba de la Amistad es la distinción de más alto rango que otorga la presidencia de la Federación de Rusia. Se concede por ‘una contribución excepcional al desarrollo de las relaciones entre Rusia y Colombia’”.
¿Por qué la otorga el gobierno ruso?
Se entrega por el aporte excepcional en el campo de la cultura como medio de entendimiento entre los pueblos y las naciones.
¿Cuánto hace y a quiénes se la han otorgado?
La Orden fue establecida hace 40 años. La han recibido el líder político Nelson Mandela, el premio Óscar de Polonia Andrey Wajda, el Arzobispo Rowan Williams de la Catedral de Canterbury en Londres, el más destacado especialista canadiense en Rusia, Profesor Piotr Dutkiewicz; el arquitecto Óscar Neimeier, creador de la capital del Brasil, Brasilia; el magnate norteamericano Armand Hammer, el filósofo budista de Japón Daisaku Ikeda, un descendiente del Zar Nicolás II, entre otras destacadas personalidades.
¿Cuáles fueron las razones para que se la otorgaran a Rubén Darío Flórez?
Se distingue con la Orden Druzhba mi trabajo académico y de creador como ensayista y traductor. He escrito varios artículos sobre Alexánder Pushkin, el creador de la lengua literaria de Rusia. Escribí un libro sobre el mismo novelista y poeta que contiene un estudio sobre su vida y obra, así como una selección de su obra poética. Fue el primer trabajo de este género hecho en América latina y en Colombia. Fue publicado en España y en Colombia. Participé como especialista en cultura y lengua de Rusia en la Exposición Pioneros del Arte Moderno de la Galería Tretyakov de Moscú. Se realizó en Bogotá en la Biblioteca Luis Ángel Arango en conmemoración de los 65 años de fundación del Banco de la República. He escrito varios trabajos sobre semiótica y teoría de la cultura, donde interpreto teorías de semióticos de Rusia.
¿En el tema de la semiótica cuál es la idea que lo ronda?
Una de las principales ideas que he venido desarrollando es que la cultura es un medio de cultivo de la intuición del otro. La intuición del otro significa que puedo construir a través de las imágenes elaboradas por la cultura. Estas imágenes poseen una fuerza semiótica, de significado y emoción que me comprometen en la responsabilidad hacia el presente donde vive otro ser humano. En un sentido más amplio el diálogo intercultural es fundamental para construir confianza y tolerancia. He trabajado por este diálogo intercultural entre Colombia y Rusia. Como profesor universitario, escritor, traductor y como director del Instituto León Tolstoi de Bogotá.
¿Cómo lo recibieron en Rusia?
La anécdota más destacada es que recibí la Orden de manos del Sr. presidente de Rusia, el jurista Dmitry Medvedev. La solemne ceremonia se realizó en la histórica sala San Jorge, del Kremlin de Moscú. Era el día nacional de Rusia y el presidente me concedió el honor de escuchar de pie, mi intervención. Me referí, hablando en idioma ruso, al gran símbolo que une el pasado con el presente de Rusia, a las cúpulas doradas de sus templos, y cité a un gran poeta para significar cómo estos templos apuntan al cielo con sus cúpulas de oro, como si fueran un signo de interrogación que pregunta a Dios en su eternidad sus pensamientos sobre Rusia. Luego de mi intervención, una hermosa desconocida se me acercó y muy emocionada me preguntó cómo era posible que yo conociera tan profundamente el alma de su país. Le dije que la poesía es el vínculo que nos une. Los dos nos pusimos a cantar un poema del gran poeta Esenin en el imponente salón del Kremlin.
¿Pensó alguna vez pasar de los cafetales de Pijao al imponente y legendario Kremlin?
Debo contar que nunca imaginé que en la legendaria sala del Kremlin, dispuesta para la ocasión, con deslumbrantes mesas cubiertas de un lino blanquísimo, para cada uno de los ocho personajes que recibimos la orden Druzhba, tendríamos el gusto de satisfacer un deseo como en los cuentos mágicos, beber como se nos diera la gana: en cada mesa ante cada uno de nosotros había cuatro copas rebosantes, una de vino tinto, la segunda de vino blanco, una de champaña y la cuarta iluminada desde adentro por el vodka. Apenas tuve conciencia de haberme bebido la cuarta. La champaña, seguro, me ayudó a recordar los versos del poeta Esenin al lado de la desconocida.
¿Cuál es la actividad que cumple Rubén Darío Flórez en Colombia?
Soy profesor de Semiótica de la cultura en la universidad Nacional. Mis alumnos adoran mis clases porque dialogo con ellos desde la sensibilidad de la inteligencia. Escribo ensayos sobre la cultura, el lenguaje y los símbolos para recordar a mi padre. Dirijo la revista internacional de Lingüística Forma y Función del departamento de lingüística de la UN. Escribo poesía. Tengo varios libros publicados y traduzco como una forma de comunicarme con otra cultura. Actualmente soy director del Instituto Cultural León Tolstoi. Educo con mi esposa Lola a dos hijos que tenemos a Mariana y a Rubén Santiago, vemos poca o casi ninguna televisión y soñamos todo el tiempo a través de los libros y el diálogo. El fin de mes nos llegan puntualmente las cuentas del agua, de la luz, del gas, del teléfono, del internet y del colegio; hacemos todo lo posible por pagarlas cumplidamente.
¿Cuándo empezó su vida literaria, en qué momento de la vida descubre que ese es su destino?
Mi padre, un señor que hizo parte de la segunda generación de fundadores del Quindío, cultivaba el café y amaba las letras. Empecé a entender el mundo a partir de los libros de su biblioteca y entendiendo que cuando mi madre cultivaba flores se estaba comunicando con la tierra. Mis padres me transmitieron el amor por el conocimiento y el lenguaje. Mi madre era una purista idiomática, luchaba por el buen decir de sus hijos como luchaba para que siempre estuviéramos impecables aún en medio de las mayores dificultades cuando bajaban los precios del café a consecuencia de las manipulaciones de los precios de los grandes exportadores nacionales y de los especuladores internacionales.
¿Qué libro le descubrió la literatura?
Mi gran deslumbramiento ante el poder de la narración sucedió cuando leí La Guerra y la Paz de León Tolstoi. Tenía 13 años y él me enseñó que somos seres efímeros con un sueño de grandeza que perseguimos aún cuando estemos derrotados o enfermos. En esos mismos meses descubrí la avasallante fuerza del erotismo. Descubrí el poder del deseo y la literatura al mismo tiempo.
¿Cómo era su vida en Pijao?
Tenía muy pocos amigos y leía mucho, todo el tiempo. Mi casa y la biblioteca estaban rodeadas por enormes montañas. En las calles se escuchaban tangos como “Mañana zarpa un barco”, aunque lo único que había para viajar eran yippies y taxis con largas alas de batimovil, que habían llegado a Pijao en los años cincuenta junto con las películas en blanco y negro de Morelia o Guanajuato, donde actuaba Pedro Infante, el gran ídolo de mi amigo el escritor de Ciudad de México, Carlos Monsiváis. La radio era la tecnología de las narraciones efímeras y seriadas, hacia las seis de la tarde. En la madrugada llegué a escuchar los quejidos de individuos que eran asesinados. Pero las montañas se tragaban con su belleza todos estos restos de la violencia de los sesenta. Después descubrí que sin las montañas de Pijao no hubiera pensado en que hay que escalarlas y escaparse para crecer.
¿Cuándo se fue de Pijao?
Apenas tuve diecisiete años. Me escapé para Rusia. Me fui del Quindío porque uno debe nacer allí y escaparse para regresar y poder contar la historia. Ahora me escapo de Bogotá para Pijao y converso con mis viejos conocidos asombrándome de que todavía esté el mismo café de mis primos los Duque. Que huela a tinto y a aguardiente como solo puede oler en las montañas del Quindío. Que mi hermana (Mónica Flórez, presidenta del concejo de PIjao) dé una batalla por las casas antiguas y que los alcaldes sigan persiguiendo el presupuesto como único blanco de sus desvelos y se interesen casi nada por la calidad de la educación de los jóvenes.
¿Cómo ve a su pueblo, Pijao, hoy?
Ya no se escuchan las bellas orquestaciones del tango, sino la vocecita quejumbrosa del cantante de los traquetos y de la multitud, vocecita que ventosea por la boca, desde el fondo de la abismal barriga de Darío Gómez. Y ya no se vende trago sino coca ventiada. La música se parece a la realidad y esto es bien curioso. Hace unos años la música era hermosa y no tenía nada que ver con la realidad. Hoy por hoy vigilan cuatro puertas de vidrios polarizados y suena nadie es eterno en el mundo. Entonces no había barcos sino yippies y uno salía a conocer el mundo.
¿Cómo es su vida familiar?
Mi esposa pinta todo el tiempo. Por las noches inventamos el mundo. En la madrugada nuestros hijos nos recuerdan que ya es tiempo de volver a la realidad, es decir a sus sueños infantiles. Desde muy temprano me voy a la universidad y me pierdo en el Apocalipsis bogotano de huecos, trancones, desastres y taxistas que no llevan a nadie a ningún destino, pues van a entregar el taxi a las cinco de la tarde, y a las dos van a almorzar. Así que trato de divertirme mientras por obra y gracia de mi suerte atravieso la catástrofe del progreso vial bogotano que se hunde entre huecos y trancones.
¿Por qué Tolstoi y no otro?
Porque Tolstoi es el único que logra hacer de la ficción parte de la vida.
¿Qué representa la literatura rusa para el mundo contemporáneo?
Es una lección de ética y de belleza en medio del dolor. Un hombre como el estudiante Raskolnikov, el protagonista de Crímen y Castigo de Dostoyevsky, se hunde en sus preguntas; el inquilinato de sombrías escaleras donde vive, por obra de sus pesadillas éticas se convierte en un escenario universal del conflicto entre el bien y el mal. Raskolnikov se deja doblegar por el extravío de una lujuria de cavilaciones que lo llevan a asesinar a la dueña de la habitación donde vive, pero se salva a través del dolor y la vergüenza de su crimen. Todos los nihilistas, los asesinos modernos por una idea, los transformadores de la vida, cueste lo que cueste, salieron de esas escaleras donde Raskolnikov alista su hacha para asesinar a la vieja usurera. Raskolnikov se arrepentirá, pasará por la tortura mental de un soberbio interrogatorio, hecho por un hombre que más que preguntar, adivina lo que pasa en la mente enardecida y lúcida del asesino. Aunque el camino será largo y al final Raskolnikov saldrá transformado. No solo es una literatura para distraer, es una literatura para darse cuenta que somos varios seres dentro de uno, es decir que podemos transformarnos en medio de la oscuridad de nuestras dudas y pérdidas.
¿Cuáles son sus principales realizaciones, sus obras?
Mi principal realización está escribiéndose. Pero puedo decir que mi libro de poemas Toda forma es un gesto revela con belleza la oscuridad de la Bogotá de los noventa.
¿Es posible conocer un fragmento, el que más le guste, de su poesía?
Maga del alma, en la esfera de cuarzo del día /miras en el agua de los gestos: /van, se pierden, no tienen signo;/nadie los conoce, son una forma vacía;/un vidente o una arúspice es la única /que en las murallas de una ciudad,/junto al cruce de los caminos,/con su vida de sabiduría,/adivina en cada cambiante cosa/lo que como una hoja existe para ser,/lo que será como forma de sentido.
A propósito de su trabajo en el Instituto León Tolstoi, cuáles son las relaciones entre Rusia y Colombia hoy.
Debo decir que estamos haciendo un enorme esfuerzo con conferencias, escritos, actividades culturales, enseñanza del idioma para superar los prejuicios y las falsas nociones que existen sobre Rusia, heredadas de la guerra fría o de las luchas ideológicas de los sesenta. Sin embargo, el principal obstáculo es la indiferencia de los colombianos por saber qué ocurre más allá de sus fronteras. Muchos colombianos generosos, de corazón de artistas, de imaginación desaforada nos ayudan y nos dan su trabajo. Nos sostenemos gracias a la vitalidad de la cultura colombiana.
¿Qué papel cumple Rubén Darío Flórez en esas relaciones?
He liderado desde hace veinte años un trabajo intelectual, académico y social para conocernos mejor como pueblos a través de la cultura.
Por: Miguel Ángel Rojas Arias
La Crónica del Quindío
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